miércoles, 24 de abril de 2013

BESTIARIOS DE LA EDAD MEDIA




BESTIARIO EN LA EDAD MEDIA

Un bestiario (o bestiarum vocabulum) es un compendio de bestias. Se hicieron muy populares durante la Edad Media en forma de volúmenes ilustrados que describían animales, plantas ó motivos orgánicos de la naturaleza. La historia natural y la ilustración de cada una de estas bestias se solía acompañar con una lección moral, reflejando la creencia de que el mundo era literalmente la creación de Dios, y que por tanto cada ser vivo tenía su función en él. Por ejemplo, el pelícano, del que se creía que se abría su propio pecho para dar vida a sus polluelos con su propia sangre, era, a través de su sacrificio, una viva representación de Jesucristo. El bestiario, por tanto, es también una referencia al lenguaje simbólico de los animales en la literaturay el arte cristianosde occidente.
Un gran número de criaturas legendarias fueron imaginadas por vez primera en los valles mesopotámicos entre los ríos Tigris y Éufrates. Luego, desde aquellas culturas, con frecuencia se difundieron en oriente y occidente. Es el caso del Ave Fénix, por ejemplo, o la serpiente de varias cabezas que puede identificarse en la iconografía de diferentes civilizaciones. Algunas bestias mitológicas se caracterizan por reunir atributos animales y humanos, otras, quizá incluso más "monstruosas" reúnen simbólicamente la combinación de dos especies animales.



viernes, 19 de abril de 2013

EL ROMANCERO


Cuando los juglares recitaban los cantares de gesta, la gente pedía que repitieran los fragmentos más interesantes. El pueblo los aprendió y al repetirlos exclusivamente de forma oral, fue cambiando su contenido. En el siglo XV desapareció el gusto por los cantares de gesta, pero se siguieron recordando algunas partes de los mismos que se convirtieron en romances.
Romance es un poema formado por una serie indefinida de versos octosílabos, de los cuales los versos pares riman en asonante y los impares quedan libres.
Los primeros romances tiene su origen en el cantar de gesta. Cada uno de sus versos estaba dividido en dos partes o hemistiquios por una pausa ocesura con una sola rima asonante. El pueblo al aprenderlos utilizó la forma más fácil y breve; de forma que el segundo hemistiquio del cantar de gesta pasó a ser el segundo verso del romance, el segundo hemistiquio del segundo verso, pasó a ser el cuarto verso del romance y así sucesivamente.
Como la fórmula del romance gustaba mucho al público, los juglares empezaron a componer otros en los que daban noticias, recogían leyendas populares, etc.
Los romances tiene un lenguaje sencillo y sugerente. En muchas ocasiones, los juglares dejaban la acción interrumpida para dar mayor misterio a sus narraciones. Hasta el siglo XVI no se comenzaron a escribir los romances. A causa de la transmisión oral de los romances a través de los siglos; es posible encontrar varias versiones del mismo poema.

Clases de romances
  • Históricos: Tratan temas relacionados con la historia.
  • Fronterizos: Narran lo que pasaba en las fronteras o en las batallas fronterizas contra los moros.
  • Legendarios: Están basados en leyendas populares.
  • Carolingios: Narran hazañas de héroes de la épica francesa.
  • Novelescos: Se basan en temas inventados.
  • Líricos: Expresan sentimientos del autor.
El romancero es la agrupación de todos los romances que se han escrito desde el siglo XIV hasta nuestros días.
  • El romancero viejo: Está formado por todos los romances anónimos compuestos desde el siglo XIV al siglo XVI.
ROMANCE DE GERINELDO




 -«Gerineldo, Gerineldo,
              el mi paje más querido,
              quisiera haberte esta noche
              en este jardín sombrío».
              -«Como soy vuestro criado,
              señora, os burláis conmigo».
              -«No me burlo, Gerineldo,
              que de verdad te lo digo».
              -«¿A qué hora, mi señora,
              complir héis lo prometido?»
              -«Entre las doce y la una,
              que el rey estará dormido».
              Tres vueltas da a su palacio
              y otras tantas al castillo;
              el calzado se quitó
              y del buen rey no es sentido,
              y viendo que todos duermen,
              do posa la infanta ha ido.
              La infanta, que oyera pasos,
              de esta manera le dijo:
              -«¿Quién a mi estancia se atreve
              ¿quién a tanto se ha atrevido?».
              -«No vos turbéis, mi señora,
              yo soy vuestro dulce amigo,
              que acudo a vuestro mandado
              humilde y favorecido».
              Enilda le ase la mano
              sin más celar su cariño:
              cuidando que era su esposo
              en el lecho se han metido,
              y se hacen dulces halagos
              como mujer y marido:
              tantas caricias se hacen
              y con tanto fuego vivo,
              que al cansancio se rindieron
              y al fin quedaron dormidos.
              El alba salía apenas
              a dar luz al campo amigo
              cuando el rey quiere vestirse,
              mas no encuentra sus vestidos:
              -«Que llamen a Gerineldo,
              el mi buen paje querido».
              Unos dicen: «No está en casa».
              Otros dicen: «No lo he visto».
              Salta el buen rey de su lecho
              y vistióse de proviso,
              receloso de algún mal
              que puede haberle venido:
              al cuarto de Enilda entraba
              y en su lecho halla dormidos
              a su hija y a su paje
              en estrecho abrazo unidos.
              Pasmado quedó y parado
              el buen rey muy pensativo,
              pensándose qué hará
              contra los dos atrevidos:
              -«¿Mataré yo a Gerineldo,
              al que cual hijo he querido?
              Si yo matare la infanta,
              mi reino tengo perdido!».
              En tal estrecho, el buen rey,
              para que fuese testigo,
              puso la espada por medio
              entre los dos atrevidos.
              Hecho esto, se retira
              del jardín a un bosquecillo.
              Enilda al despertarse,
              notando que estaba el filo
              de la espada entre los dos,
              dijo asustada a su amigo:
              -«Levántate, Gerineldo,
              levántate, dueño mío,
              que del rey la fiera espada
              entre los dos ha dormido».
              -«¿Adónde iré, mi señora?
              ¿Adónde me iré, Dios mío?
              ¿Quién me librará de muerte,
              de muerte que he merecido?».
              -«No te asustes, Gerineldo,
              que siempre estaré contigo:
              márchate por los jardines,
              que luego al punto te sigo».
              Luego obedece a la infanta,
              haciendo cuanto le ha dicho,
              pero el rey, que está en acecho,
              se le hace encontradizo:
              -«¿Dónde vas, buen Gerineldo?
              ¿Cómo estás tan sin sentido?»
              -«Paseaba estos jardines
              para ver si han florecido,
              y vi que una fresca rosa
              el color ha deslucido».
              -«Mientes, mientes, gerineldo,
              que con Enilda has dormido».
                                                               Anonimo

  • El romancero nuevo: Está formado por todos los romances nuevos o artísticos escritos por autores cultos y conocidos a partir de la segunda mitad del siglo XVI.

ROMANCE SONÁMBULO

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

*
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser, con
las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna por
donde retumba el agua.

*
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.

*
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

*
Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde cama, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montana.



Federico García Lorca.